sábado, 2 de diciembre de 2023

 

CINCO MARTIRES DE MARRUECOS

CONSTRUCCIÓN

Fue mandado construir por Dª TERESA ENRÍQUEZ que era la esposa del  tercer conde  de Belalcázar, Alvaro de Sotomayor, apodado el Conde Lozano, que gobernó con el nombre de Gutierre de Sotomayor.


Dª Teresa obtuvo bula del Papa Inocencia VIII en 1486 para construir el convento de Los Cinco Mártires de Marruecos, donde se trasladaron los frailes el día 16 de enero de 1490, fecha de la onomástica de los Cinco Mártires de Marruecos, por lo que se le puso el nombre de San Francisco de Los Cinco Mártires de Marruecos, dejando el de San Francisco (actual Santa Clara de la Columna) para las monjas.

Este convento en principio perteneció a la provincia eclesiástica de la Concepción, pasando después a la custodia de la provincia de Santa María de los Ángeles, contó con una comunidad de entre 30-40 religiosos y dispuso de estudios de Teología.

Se le conceden indulgencias plenarias por el Cardenal Quiñones en 1533 por tener las reliquias de dos de las Once mil Vírgenes, Santa Eunodia (Eulalia) y Santa Manila.

En él fue enterrada Dª Teresa junto a los restos de su esposo.                                       

 

JUAN DE SOTOMAYOR Y ZÚÑIGA “FRAY JUAN DE LA PUEBLA" (segundo conde de Belalcázar).

Hijo primogénito de Alfonso de Sotomayor y de Elvira de Zúñiga, primeros condes de Belalcázar.


Fray Juan fue el segundo conde, como se puede leer en su Epítome varias veces. Tras heredar el condado renunció a su título e ingresó en los jerónimos y después en los Franciscanos con el nombre dFRAY JUAN DE LA PUEBLA.

Fundó la provincia franciscana de Santa María de los Ángeles que llegaría a tener dependiente de la misma 33 conventos, de ellos 24 de frailes, 7 de monjas Clarisas y 2 Concepcionistas.

Murió en 1495 alcanzando la categoría de Beato, fue enterrado en el  monasterio de San Francisco de los Cinco Mártires, (del marrubial).

Por la gran veneración que le tenían, al Conde Santo como le apodaban, se hizo repartimiento de sus reliquias en 1544. La cabeza se dio al convento de Santa María de los Ángeles, por ser su primera fundación. Al convento de Nuestra Señora de Guadalupe se dio un dedo y parte del hábito. Su pobre y áspera túnica tocó al Monasterio de Santa Clara de la Columna, a petición de las religiosas. Otras cosas se dieron a sus sucesores y a personas devotas y bienhechores y lo demás quedó en el convento de los Cinco Mártires.

Algunos años estuvieron en la referida sepultura, hasta que 1625 Dª María de Velasco devota de Fray Juan, mandó construir, a sus expensas, un túmulo labrado en piedra en la misma capilla donde estaba sepultado y mandó labrar en la piedra principal un epitafio que ponía “Aquí yace el venerable padre Fray Juan de la Puebla, autor de la Custodia de los Ángeles, que finó a once días de mayo de 1495”.

En 1674 vino a la villa de Belalcázar el Duque de Béjar D. Manuel acompañado del Excmo. Don Diego Sarmiento de la Cerda y viendo en el estado en que estaba la caja, muy mal tratada por el tiempo, mandó construir otra de poco más de una vara de larga forrada de terciopelo carmesí y depositada en la capilla.

En 1722 practicando visita el prelado superior de la Santa Provincia quiso comprobar el estado en que se encontraban las cenizas de su venerable fundador y padre, abriendo la urna en presencia de muchos religiosos y de gran parte de la comunidad, concluyendo que estaban en muy buenas condiciones, por lo que se cerraron y quedaron depositadas en el mismo lugar.

Fray Andrés de Guadalupe nos hace una descripción de cómo era el Convento de San Francisco a mediados del siglo XVII: “…En estos tiempos está el convento de los Cinco Mártires algo mejorado en la forma, y aseo; criase muchas flores para el adorno de los altares, y divino culto. En el claustro a la puerta del capítulo tienen entierro los sucesores de Doña Teresa Rol, hija del Comendador Don Alfonso Rol, y mujer de Don Fernando de Sotomayor. En la iglesia tiene capillas, y entierros el linage de los Céspedes, y el de los Vargas, de quien es patrono el hijo mayor Don Antonio de Vargas, que murió en la Puebla de Alcocer. En el lado colateral adjunto del altar de nuestra Señora, descansa en paz el Reverendísimo Padre Fray Juan de Robles, Comisario General de esta familia cismontana, que murió acabado el capítulo Provincial en este convento… Al otro colateral de la epístola descansa también el Venerable Padre Fr. Andrés Camacho, celosísimo de la observancia de nuestra sagrada religión… Para cuando se acabe la capilla mayor, en un túmulo junto al altar mayor están depositados los huesos del Conde D. Gutierre de Sotomayor, y de su mujer D. Theresa Enríquez la fundadora; los de D. Pedro de Sotomayor su hijo; los de D. Francisco, primero de este nombre; los de D. Alonso de Zúñiga, y Sotomayor hijo suyo, Marqués de Gibraleón, y los de su hermana D. Isabel de Zúñiga; los de D. Guiomar de Mendoça, y Aragón, mujer de D. Francisco, el segundo duque de Vexar con otros desta ilustre prosapia.


Durante la ocupación francesa fue demolido utilizándolo como cárcel. Según nos narra Casas Deza “El 25 de febrero de 1811 entraron en el convento unos 3.000 españoles prisioneros con su general Virues procedente de Ebora, los oficiales estuvieron en el castillo. El día 18 de marzo se alojó en el mismo la guarnición de Badajoz que constaba de 8 a 10.000 hombres y los oficiales en el pueblo, donde había más de 5.000 personas entre españoles y franceses, por lo que era estrecha la villa para albergar tanta gente.”

Por tanto con anterioridad, se produjo la exclaustración de los religiosos.

Al quedar la iglesia sin moradores, se teme que los restos de Fray Juan puedan ser expoliados, por lo que llevaron a la parroquia de Santiago el Mayor, por considerar el convento poco seguro en esa época. En la parroquia fueron depositados encima de un armario de la sacristía y allí permanecieron más de un  siglo hasta que en 1908 por las monjas de Santa Clara se inicia un expediente de traslado de estos restos y de dos sobrinas del Fray Juan, que igualmente estaban depositados en la parroquia, consiguiendo la autorización. Aunque parece que este no se lleva a cabo hasta 1924.

Por lo tanto en 1836 en la desamortización  lo único que se puso a la venta fueron ruinas y terrenos.

Mendizábal firmó el decreto de desamortización e Isabel II lo ratificó. Aunque fueron expropiados todos los bienes de las órdenes religiosas, no todos ellos pudieron ser vendidos, porque quedaron a disposición de la reina aquellos bienes indispensables para el desarrollo del culto católico: iglesias, capillas, cálices, custodias, etc.

Por esa razón, en nuestro pueblo, los bienes de los franciscanos de la Provincia de los Ángeles, fueron parcelados y vendidos, menos la iglesia de Los cinco mártires de Marruecos, que como acabamos de exponer no podía enajenarse.

Nuestro paisano Carlos Mora, nos cuenta como se produjo la venta de los terrenos del monasterio, recogidos en el Diario de Avisos de Madrid, del 18 de noviembre de 1841, donde se recoge minuciosamente la descripción de cómo era la Huerta de los Frailes en la primera mitad del siglo XIX, tras ser desamortizada y puesta a la venta como bienes nacionales:

“…Una huerta titulada del Convento de San Francisco de la Villa de Velalcázar, a quien perteneció independientemente del edificio, compuesta de 2 fanegas, 11 celemines de tierra, de los cuales 8 celemines de tierra de labor de secano, 6 celemines plantados de estacas que están actualmente casi infructíferas, que se aprovechan en sementeras de secano, con 32 pies inútiles, 5 celemines plantados con 19 olivos grandes, que se siembran 6 celemines poblados de viña vieja, con 900 cepas, 10 celemines de regadío con agua de pie, con 20 olivos grandes, y 30 pies de álamos negros, todos pequeños, tiene dos albercas de inferior calidad y mala construcción, una casilla arruinada para el hortelano, y otra que servía de saladero con 4 pilas, cuyo terreno por la parte exterior que no confina con el expresado edificio, tiene su cerca de pared que actualmente se halla aportillada y en muy mal estado, y por la parte interior tiene otras divisiones de cerca para separar la viña, tierra de regadío y olivares, no tiene carga ni es divisible: está arrendada en 815 rs., y vende su arriendo en San Miguel de 1842, ha sido capitalizada según las bases establecidas en las reales órdenes de 25 de noviembre de 1836 y 11 de mayo de 1837 en 25.350 rs., y tasada con arreglo a lo prevenido en los artículos 18 y 19 de la real instrucción de 1º de marzo de 1836 en 25.460 rs., que es la cantidad en que se saca a subasta…”

Sacada a subasta, la Huerta de los Frailes pasa a ser propiedad de la familia García de la Barga, al ser adquirida por D. Críspulo García de la Barga y su esposa Doña Gertrudis, y según nos cuenta Corpus Barga, fue vendida posteriormente a un párroco de Belalcázar.

Durante la guerra civil las monjas se ven obligadas a abandonar su Monasterio, por lo que encarcelan los restos de Fray Juan en un hueco de la pared para que no fueran profanados. Acabada la guerra vuelven a tomar posesión del Monasterio. Siendo el último traslado el efectuado el 1992, cuya crónica está minuciosamente detallada en el libro del cronista D. Manuel Capilla Rubio “BELALCÁZAR, HISTORIA, MONUMENTOS Y PERSONAJES”.

No puedo terminar sin reseñar, como curiosidad, los versos que nos relata Garibay en sus Memorias y que nos ayudan a saber la sensibilidad y personalidad que tenía Fray Juan de la Puebla, que era conocido como  “El conde santo”.

Refieren que cuando dejando el mundo entro en religión, escribió estos ocho versos…..

Mundo quien te conociere

Cierto estoy, que no te alabe.

Tienete quien no te quiere,

Quiérete quien no te sabe,

Yo me parto ya de ti,

Contento, alegre y ledo

Por poder gozar sin ti,

Lo que contigo no puedo

 

Ledo: Alegre, contento, plácido

Fray Juan tiene dedicada una calle en Belalcázar.

ACTIVIDAD CULTURAL

LA BIBLIOTECA

En el convento de San Francisco de los Cinco Mártires de Marruecos, en el arrabal de El Marrubial, sus moradores no sólo se dedicaban al obligado y esencial “Ora et labora” de San Benito, sino que además el convento también hacía las veces de estudio de “Theología escolástica”, formado a mediados del siglo XVII por 2 lectores y 16 estudiantes, que convivían con los 33 religiosos franciscanos del cenobio. Era un centro de formación de teólogos, predicadores y confesores para la provincia de Los Ángeles y las nuevas tierras allende los mares, y para ello contaba con una excepcional biblioteca compuesta por un total de 153 títulos y 175 tomos, clasificados en 6 materias: Escolásticos, Predicables, Morales, Espirituales, Historia, Estravagantes. De los 153 títulos, 91 estaban escritos en latín y 62 en castellano, y entre los libros más reseñables podríamos citar El Libro de las Sentencias, de Pedro Lombardo, La Resolutio Theologorum, de Denisse, De Potestate Legis Poenalis, de Alfonso de Castro, Tratado de casos de Conciencia, de Antonio de Córdoba, Manual de Confesores, de Enrique de Villalobos, Espejo de Consolación, de Juan de Dueñas, la Historia Seraphica, de Sedulio, y otros muchos con autores como San Buenaventura, Juan de Pineda, Bartolomé Anglicus o Juan de Rada. En Belalcázar, la enseñanza de la Teología Escolástica se realizaba a partir de los grandes comentarios franciscanos medievales de San Buenaventura, Alejandro de Hales, Mayrones, Orbellis… Este estudio de teología del Convento de San Francisco de Belalcázar, así como que en él se celebrasen los capítulos de la provincia, como Casa Capitular, lo convertían en la auténtica capital de la provincia de Los Ángeles.

·         Carlos Mora.  Pérez García, Rafael M.: “El convento de los Cinco Mártires de Marruecos de Belalcázar y su biblioteca hacia 1646”, artículo inserto en la obra “Bibliotecas de la Monarquía Hispánica en la primera globalización (Siglos XVIXVIII). 2021

 

MÚSICA

Como es sabido en el castillo además de una impresionante biblioteca, aún mayor que la descrita en esta entrada, tenían una gran colección de instrumentos musicales. Ambos fueron vendidos cuando las finanzas de la familia vinieron a menos.

De la misma forma en el monasterio de los Cinco Mártires, además de la biblioteca tuvo una gran actividad musical.

D. Luis López Crespo en su libro La Música en los Pedroches nos lo cuenta detalladamente.


  “En los protocolos notariales de 30 de marzo de 1729 encontramos un contrato para hacer un órgano, cuyo resumen dice:

El 24 de noviembre de 1729, el responsable de los Cinco Mártires hace un escrito al Concejo de Belalcázar solicitando ayuda para costear la fábrica del órgano.

El 18 de diciembre el Cabildo le contesta y decide que se libren limosna, por una sola vez…… de seiscientos reales de vellón para ayuda de los gastos de la fábrica del órgano, para mayor culto y obsequio del Cristo Jesús Sacramentado…

En este mismo periodo, los conventos de Belalcázar e Hinojosa del Duque, de la orden de San Francisco tienen una gran actividad musical. Además del órgano referido, disponían de escuela de canto, donde participaban los estudiantes de teología con órdenes de diácono y subdiácono, que eran denominados coristas.

En su última voluntad y testamento, firmado el 1 de noviembre de 1544, Francisco de Zúñiga y Guzmán Sotomayor, tercer duque de Béjar, pidió que lo enterraran con el hábito de un franciscano, en medio de las tres pequeñas capillas del monasterio de San Francisco en Belalcázar.

Hasta que este fuera terminado, su cuerpo debía reposar en la capilla de San Benito del convento de Santa Clara. Dio instrucciones de seguir su entierro con nueve días de "misas cantadas y Oficio de Difuntos”, para lo cual mandó hacer diez libros de coro de Oficios.


El convento de Santa Clara de la Columna disponía de estos diez magníficos libros de coro, donados por el Duque para completo uso de los Franciscanos, que se encuentran ahora en la biblioteca “The Hispanic Society of America in New york". Están decorados en estilo Mudéjar y tienen elaborados grabados.

 Como podemos leer es para uso y disfrute de los Franciscanos, por lo que podemos especular que los libros llegaron al Monasterio de Santa Clara tras la desamortización.

 


"Recorte del Libro Música en los Pedroches”

ACTIVIDAD PASTORAL

Los franciscanos de los Cinco Mártires, además de la actividad cultura antes descritas, desarrollaban una amplia actividad pastoril, como nos cuenta D. Rafael Calero en su libro “La luz de San Alberto”.

Según resumen de su autor:

Se trata de una  pieza dramática dividida en dos actos que  vincula al teatro con el patrimonio histórico y cultural de El Viso y también de Belalcázar.

 La misteriosa aparición del diario de un fraile franciscano entre los muros de una casa de El Viso nos conducirá directamente a los convulsos momentos vividos  en el interior del convento  de S.Alberto del Monte por causa de la ley desamortizadora de Mendizábal.

Los exclaustrados franciscanos, tras ser acogidos en  El Viso, mostrarán su gratitud al pueblo organizando la representación teatral del libro "la infancia de Jesucristo", tradición que se ha mantenido desde entonces  hasta hoy, convirtiéndose en una  seña de identidad de este pueblo reconocida, por su aportación a la cultura teatral y al folklore popular, como Fiesta de Interés Turístico de Andalucía.

Este texto, lleno de acción y momentos sorprendentes está  basado en hechos y en personajes reales y recupera parte de la historia de un monasterio  perteneciente a la Orden Seráfica franciscana de la Santa Provincia de los Ángeles, creada por fray Juan de la Puebla. Este convento fue terminado de edificar en 1504 y fueron  hermanos franciscanos provenientes del convento de los Cinco Martires de Marruecos de Belalcázar quienes se encargaron de levantarlo. Así lo textifica  fray Andrés de Guadalupe en su libro "Historia de la Santa Provincia de los Angeles":

"Francisco de los Ángeles Quiñones, custodio de la orden, tomó posesión en nombre de el pontífice de una antigua ermita que existía allí desde 1380 en honor al san Alberto y dejó allí algunos religiosos que la habitasen y comenzasen la fábrica de las celdas y convento a expensas de D.Gonzalo Mexía, como lo había prometido. Trabajaron en su construcción  los frailes de Belalcázar sin  disminuir su asistencia al coro, comunidad y vida monástica con todo rigor."

Durante los más de trescientos años que se mantuvo en pie el convento S. Alberto del Monte siempre existió una relación fraterna entre Belalcázar y El Viso, unión que hundía sus raíces en aquellos cimientos cristianos que levantaron los frailes de los Cinco Martires de Marruecos. Estos cimientos  que todavía perviven son una muestra  indeleble de  la alianza entre dos pueblos,  alianza que conviene recordar y que no debería perderse nunca.

Rafael Calero

ACTUALIDAD

Se trata de un edificio inscrito el día 15 de abril del año 2008 en el Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz como Bien de Catalogación General.

Lo que no ha sido impedimento para que fuese incluida en la Lista Roja del Patrimonio en el año 2007, al estar abandonada por el Obispado y las administraciones y su pésimo estado de conservación (en ruinas, con el hundimiento de parte de la techumbre).

La Junta de Andalucía, siendo alcalde Vicente Torrico, realizó una actuación urgente en 2008 para evitar  el desplome de la bóveda de la Iglesia.

   


                         

La Asociación Cultural Turdulia y el Ayuntamiento de Belalcázar en el año 2023 han solicitado a la Diócesis de Córdoba su compra o donación, para salvarlo de la ruina y ganar este maravilloso espacio histórico y monumental para Belalcázar y su gente.

Nuestro proyecto es convertirlo en un centro cultural en el que celebrar exposiciones, congresos, reuniones, espectáculos de teatro… y también en un espacio memorial permanente a la figura y obra de Fray Juan de la Puebla.

HERALDICA

Como es sabido la heráldica tenía en aquellos tiempos una importancia grande y todos los nobles se apresuraban a poner sus escudos para que todo los vecinos pudieran saber quiénes eran y la posición que ostentaban. Así, en este monasterio, no solo encontramos los escudos de sus  fundadores, los Sotomayor, Zúñiga y los Enrique, también encontramos, en la actualidad, los escudos de los Chacón, los Ortiz, de los Vargas, de los Chaves y de los Orellana.


Pero otros muchos han desaparecido, tenemos constancia de que algunas de las lápidas que hay en la parroquia fueron traídas de los Cinco Mártires, en una de ellas se ven los escudos de los Morillo-Velarde.